
Llegamos a Teruel según lo previsto hacia las 11 de la mañana donde nos esperaba Cristina, nuestra guía, que nos descubrió todos los secretos de esta maravillosa ciudad, joya del mudéjar y del modernismo.


Nos dimos un buen paseo...
Visitamos todas las torres mudéjares de la ciudad, recorrimos sus calles, vimos el torico, bebimos de los caños, fuimos hasta la escalinata y...
¡hasta nos dio tiempo a tomar una cañeja!

De allí nos fuimos a Mora de Rubielos, al hotel Don Jaime donde comimos alubias reconstituyentes, recibimos una acogida cariñosa y un trato excepcional por parte de todo el personal del establecimiento y por la tarde subimos al castillo, recinto impresionante con una exposición de armas medievales de impresión; y visitamos la calle de las Parras, con sus casas señoriales.
Hubo tiempo de pasear, aprender y descansar.
Cenamos tartaleta de pisto con cabrales e intentamos dormir, porque lamentablemente un anacrónico festejo en el que se torturaban animales nos revolvió el ánimo y hubo discoteca en la plaza hasta las 6:30 de la mañana.






¡¡¡Gracias a quienes lo hicieron posible!!!

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