He tenido mala suerte.
No ha servido la
limpieza de mi vida y la nobleza de mi ejecutoria, para impedir este desenlace
de dolor y lágrimas.
Me voy del mundo con la satisfacción y el orgullo de haber
cumplido con mis deberes, sin daño ni quebranto a nadie. Sembré el bien por
doquier hasta entre mis adversarios.
La vida me recompensa así.
Me siento
orgulloso de encontrarme superior a los demás. Sentid también vosotros este
digno orgullo mío, y que él sea el lenitivo que enjugue vuestras lágrimas y ahuyente
vuestra pena.
No me duele morir, siendo inocente. Lo
doloroso, sería morir culpable. Ya no podré pagaros con mis sacrificios y mis
ternuras la abundancia de cuidados y abnegaciones que en mi bien habéis
derrochado.
Pero este deber que con tal sublimidad habéis
derrochado, Dios y la vida os lo recompensarán.
Última carta de Amós
Acero, primer alcalde democrático de Vallecas, Maestro
por vocación, alcalde por compromiso, fusilado en Madrid el 16 de mayo de 1941.
Este maestro, de origen muy humilde,
merece sin duda ser considerado como un referente ético y de coherencia del que
los vallecanos debemos de sentirnos especialmente orgullosos.
Nacido en Villaseca de la Sagra (Toledo)
el 31 de marzo de 1893, fue fusilado tras la
condena de un juicio militar sumarísimo, sin posibilidad de defensa. Una farsa jurídica que no era otra cosa
que una crónica de un asesinato anunciado.
Con apenas 19 años, el muchacho se
instaló en Madrid, gracias al apoyo económico de un benefactor del pueblo, que
conociendo la capacidad intelectual de Amós accedió a pagarle los estudios. El
sueño de Amós era hacerse maestro.
Educador por vocación, pronto asumió que
la única forma de que las gentes accediesen a una elemental calidad de vida,
era combatir el analfabetismo, la ignorancia y la creencia de que la realidad
era inamovible.
Por ello, en cuanto le fue posible, ya
viviendo con su esposa en Vallecas, organizó una escuela laica por el día, para
"impartir clases nocturnas a los obreros y vecinos de aquel barrio”.
Vallecas era una localidad de las afueras de Madrid, considerada por la prensa
de la época poco menos que un estercolero social.
Esta constatación de una realidad más que
cruda para su sensibilidad, le llevo a presentarse por el Partido Socialista al
cargo de Alcalde. Su candidatura obtuvo un enorme porcentaje de votos de los
vallecanos, en 1931.
En estos tiempos de evasiones de impuestos, mercados de buitres y
paraísos fiscales, Amós Acero constituye una referencia de honestidad sin
parangón que la historia nos ofrece.
Siendo nombrado Diputado, y ante la
elección que tenía que hacer por ley, entre cobrar 1.000 pesetas como
representante en Cortes, o 500 pesetas como Alcalde, nunca tuvo la menor duda:
“Yo me considero Alcalde de las gentes de Vallecas, por tanto mis ingresos
tienen que venir de esta responsabilidad” fueron sus palabras.
La carta a su
familia es un texto que plasma la más impactante despedida de un hombre
que se enfrenta a la muerte con la mirada limpia.
De Castor
Poveda autor de su biografía publicada por Vallecas
Todo Cultura.
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