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lunes, 1 de abril de 2013

¿CÓMO ACOMPAÑAR A PERSONAS EN DIFICULTAD? por Esperanza Linares


Charla - coloquio del Día de la Mujer

EL DUELO: Es una palabra que tiene la misma raíz que “dolor” (“dolus”) y el diccionario nos dice que el duelo es “pena o aflicción”, en primer lugar; luego añade que también es el “pesar por la muerte reciente de alguien”.

LA PÉRDIDAEn sentido un poco más amplio, y tal y como lo queremos tratar aquí, el duelo sería la situación de tristeza que acompaña a cualquier pérdida significativa en nuestra vida, es decir, cuando la vida nos arranca a alguien (o algo) que para nosotros es importante.

En un pequeño trabajo que hice hace años sobre las pérdidas que diversos grupos de personas consideraban importantes, las ¾ partes señalaron la muerte de un ser querido, y, el mismo porcentaje, las pérdidas afectivas (pareja, amigos); casi la mitad, señalaban a continuación la pérdida de proyectos vitales; una tercera parte, la pérdida de trabajo y/o problemas económicos; por último, la quinta parte señalaron los problemas de salud. En definitiva, “salud, dinero y amor”, como cantaba el viejo bolero, a lo que podíamos añadir “el sentido de la vida”

SIGNIFICADO DEL DUELO

El duelo, ante todo, es señal de aprecio y amor: nos duele aquello que nos importa, no lo que nos deja indiferentes. Es señal de que estamos vivos y de que somos seres humanos. Como dice Bermejo, “el duelo reclama zurcir los rotos del corazón… sanando con paciencia la nueva vida”, lo que requiere un tiempo. Eso es lo que se llama “elaborar el duelo”, el camino que hay que recorrer desde que esa pérdida irrumpe en nuestra vida y nos la descoloca, hasta que volvemos a encontrar el necesario equilibrio para vivir.

Ese camino es único y personal, sólo lo puede recorrer la persona que sufre y cada cual lo vive de una manera distinta, pero no es lo mismo hacer un duro camino con nuestras solas fuerzas que apoyados en un buen bastón o, mejor aún en alguien, que sea capaz de acompañarnos.

¿QUÉ ES ACOMPAÑAR?

Acompañar, en el sentido que aquí queremos utilizar, (volvemos al diccionario) es “ir o estar con alguien”, “participar en un sentimiento (de pena o de alegría) de otro”. 

ES, BÁSICAMENTE:

Saber ponerse al lado, estar.
PRESENCIA

Compartir sentimiento, comprender y consentir la tristeza del otro

COMPRENSIÓN

Amoldar nuestro paso al suyo
ACTUACIÓN

NO ES:
·         Sustituir a la otra persona en sus decisiones
·         Aconsejar sobre lo que debe o no debe hacer
·         Imponer ritmos o formas de afrontar la situación, que son nuestras, pero no las de quien sufre.
·         Mucho menos juzgar sobre lo correcto o lo incorrecto de las manifestaciones de dolor

Ante alguien que sufre, suele haber un movimiento espontáneo de intentar ayudar de alguna manera, pero un acompañamiento que ayude pide tener en cuenta algunas cosas sencillas, que vamos a ver ahora.



DIFERENTES FASES, DIFERENTES NECESIDADES
Todos los expertos que han estudiado este tema, hablan de varias FASES (o etapas), sin que sea obligado recorrerlas todas, ni en el orden que se indican, pero es importante conocerlas y saber que son completamente normales, y su función es ayudar a adaptarse a la nueva realidad poquito a poco:

1)       Shock/negación: quedarse bloqueado, confuso, como anestesiado,… sentir incredulidad (“esto no me está pasando a mí”)… Aquí valen poco los razonamientos, es el momento del abrazo, del silencio, de validar sentimientos, de asegurarle que vamos a estar a su lado…
2)      Ira: rabia (contra los médicos, contra Dios, contra el mundo, contra nosotros mismos…), búsqueda de culpabilidades, propias o ajenas, rebeldía (“es injusto, no hay derecho”), violencia incluso con quien se acerca…
3)      Pacto: con los poderes sobrenaturales de diversos tipos (promesas, búsqueda de “milagros” a cambio de hacer o dejar de hacer, curanderos)… incluso en personas que dicen no creer en nada.
4)      Dolor, depresión: Se toca fondo, empieza a rendirse a la evidencia, desgarro, tristeza… pero, de alguna forma, se está empezando a afrontar la realidad desde uno mismo. Es la etapa que permite iniciar un trabajo de salida.
5)      Aceptación/transformación: Integrar la pérdida, aprender a vivir con o sin, aceptar que somos limitados, ser capaz de compartir los sentimientos de manera serena, poner en práctica conductas que tienden a afrontar la nueva vida, sin obsesiones y sin culpabilidades… En definitiva, hacer de la experiencia de dolor una oportunidad de crecimiento.

LO QUE NO AYUDA CUANDO ESTÁS SUFRIENDO ES PENSAR:
… Que hablar de tus sentimientos hará que te encuentres peor
… Que hacerse el fuerte y disimular es bueno
… Que nadie te puede ayudar
… Que lo mejor es controlar tus emociones y hacer como si no te pasara nada
… Que lo tuyo es lo peor o, al contrario, que no es nada…

CÓMO AYUDAR A QUIEN ESTÁ SUFRIENDO UNA PÉRDIDA SIGNIFICATIVA

PRESENCIA: Acércate, ponte a su lado
Cuando alguien cercano está en duelo, y más si es por la muerte de un ser querido, a veces nos gustaría ayudar pero no sabemos qué hacer o qué decir. Nos da miedo decir algo inadecuado, nos sentimos inseguros… esto lleva a que la persona en duelo se sienta más sola e incomprendida. Sin embargo, el hecho de ofrecer nuestra presencia cálida, incluso silenciosa, es ya una ayuda en esos momentos. Hazle saber que estás disponible, llámale por teléfono a menudo… puede que no lo coja, pero siempre recordará que estuviste ahí cuando más sufría.

COMPRENSIÓN: Muéstrate dispuesto a escuchar.
Recuerda los comentarios que han de evitarse y los que pueden hacer bien

COMENTARIOS A EVITAR:
-No intentes consolar con frases represivas: “no llores”, “no digas eso”, “no te enfades” Al contrario, es el momento de llorar, de quejarse, de expresar emociones en voz alta. Llorar no hace daño. Lo que hace daño son las lágrimas no vertidas que se pudren dentro del corazón, cerrándolo. No pares la expresión de emociones, por más duras e incómodas que puedan ser. Poder expresarlas le ayudará mucho en su proceso, ayuda a drenar el dolor.
-No intentes amortiguar su pena, recurriendo a otros aspectos positivos de su vida: “tienes otros hijos”, “tienes un trabajo que te llena”, “tu marido te quiere mucho”…Posiblemente todo eso sea cierto, pero no está en disposición de apreciarlo. Reconoce su dolor y su derecho a dolerse.
-Evita las frases que piden fortaleza:ahora tienes que ser fuerte”, “no te puedes venir abajo”… La persona que acaba de sufrir un golpe duro suele tener sensación de impotencia ante lo que se le viene encima. Este tipo de frases aumentarán su percepción de incapacidad y desconcierto.
-Evita invitar a la resignación con comentarios hechos y fríos: “es mejor así”, “es el destino”, “Dios se lo ha llevado”, “todos tenemos límites”… Aceptar que realidades tan duras están sujetas al capricho del destino o a la voluntad de algún Dios, provoca un profundo sentimiento de vulnerabilidad y, sobre todo, de injusticia.
-No recurras a aspectos impersonales y pasivos como solución: “el tiempo todo lo cura”… El duelo es un proceso activo en el cual el doliente ha de implicarse y trabajar para poder salir adelante, pero en su momento. Es un camino como hemos dicho, a veces largo y lento.

COMENTARIOS QUE TRANSMITEN CERCANIA Y COMPRENSIÓN:
-Háblale de manera sincera, respetando su dolor y haciéndote cargo de su importancia: “sólo puedo transmitirte mi preocupación, sabes cuánto te quiero”, “Como madre, me puedo imaginar tu desconsuelo”, etc.
-Transmítele tu apoyo clara y brevemente:”estoy a tu disposición para cualquier cosa que necesites”. No hace falta repetirlo, puede agobiarse. Es mejor tomar pequeñas iniciativas: llamar por teléfono, ofrecer algún servicio concreto que descargue: “¿quieres que te acompañe al médico?, “puedo quedarme con los niños”…
-Permítele que repita lo que le ha sucedido, que lo cuente de diversas formas… Los primeros días (fase de shock o de negación), la persona necesita “rumiar” una y otra vez las circunstancias de la muerte, del despido, del diagnóstico… Ayuda a ir tomando conciencia de la realidad de la pérdida y a ir sobrepasando esas fases. También puede ser que en ese momento no desee hablar de ello y agradezca que le propongas una actividad que la distraiga. La única manera de saber qué es lo adecuado en ese momento es preguntárselo. Si lo desea, el mejor regalo que le puedes hacer es escuchar en silencio, sin intentar minimizar, aconsejar, ni paliar
-Háblale con gestos, si no te salen palabras. Los gestos sinceros de afecto son el lenguaje del corazón y llegan al corazón: aprieta sus manos, mírale a los ojos con complicidad en el dolor, abrázala si tienes confianza… Ella sabrá entender tu silencio

No hagas como si nada hubiera pasado
No cambies de tema cuando hable de lo que me preocupa

No me critiques por mi manera de expresar mi dolor
Quiero que me oigas, sin juzgarme
Si te pido tu opinión, dámela, pero sin aconsejarme
Déjame llorar. Si no sabes qué decir, abrázame
Y si tú también estás triste, puedes llorar conmigo.


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Elaboración propia, partiendo del Diccionario de María Moliner; del libro “Estoy en duelo”, de José Carlos Bermejo y otra documentación procedente del Centro de Escucha San Camilo (91/533-52-53); de trabajos y apuntes personales en diversas Jornadas de formación y de la página web de Asociación Alaia.

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